Pienso estudiar concienzudamente, dedicadamente, todo tipo de metodologías de mejora de la productividad personal, de mejora del desempeño vital en general: en el trabajo, con las finanzas, con el ahorro, con las dietas.
Cuando finalice mi formación como coach y ejerza como tal durante un tiempo, desarrollaré, aprovechando la práctica y la experiencia con mis clientes, mi propio método (de productividad personal, de gestión del tiempo, de gestión del dinero, de gestión del peso, incluso, de lo que sea); crearé para este método una imagen y un valor de marca (nombre, siglas, lemas, máximas, aforismos, chascarrillos, bla bla bla); evangelizaré sobre el método mediante un blog (este mismo, quizás, en el que incluso podría ser crítico, en apariencia, con el método) y respaldarlo con un libro.
Aunque no me quedaré en el libro, claro, ni sólo en la idea, sino que se crearán líneas de productos tangibles, que podrían consistir en:
- Un libro que condense el método en sí
- Material de soporte para mi método (cuadernos, tarjetas, plantillas, aplicaciones…)
- Todo tipo de material que de algún modo relaciondo con el método, o sea: MER-CHAN-DI-SING.
Fundaré, justo después, una empresa dedicada a la consultoria y tal y a la implantación de mi método (y de otros, si al cliente los necesita y le convienen), a la mejora de la productividad personal y de equipos; por supuesto, seré el CEO de esta compañía, y además de ser el líder espiritual de la organización, daré conferencias y seminarios, daré entrevistas divertidas en la tele, o quizás tenga mi propio programa; nos asociaremos, en algún momento, con una editorial de libros de autoayuda y rollo empresarial y sacaremos libros a tutti plein, escritos por mí o por cualquier otro. Seré rico y sabré que soy muy listo. Y si ninguna TV nos compra el programa, lo venderemos en DVD o en streaming.
Y esto ha de estar listo para 2020, cuando yo tendre unos 43 años y podré defender con credibilidad todas estas movidas.
Vaya, que quiero ser San David Allen.
¡¡¡Bienvenidos!!!